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jueves, 13 de mayo de 2010

La universidad y la programación por competencias. Por Álvaro Fernández Serrano.

La situación en la universidad, tras la entrada del sistema Bolonia, guarda ciertos parecidos con la que existe en los institutos, pues se nos obliga a hacer la llamada programación por competencias. Para los profanos, el asunto consiste en que los profesores universitarios ya no podemos programar una asignatura como hacíamos antes, a partir de lo que tiene que explicar el profesor, sino a partir de lo que tiene que aprender el alumno. Pongamos un ejemplo simple:



Asignatura: "Historia del siglo XX".
ANTES
-Tema 1: La I Guerra Mundial
•Causas
•Desarrollo
•Protagonistas
•Consecuencias
-Tema 2: La Revolución Rusa
etc.
Lo que habíamos visto toda la vida en el temario de una asignatura.
AHORA
Al acabar el curso el alumno deberá:
-Conocer las principales causas desencadenantes de la I Guerra Mundial
-Identificar a los principales actores en el conflicto
-Conocer el desarrollo y los principales acontecimientos del conflicto.
-Valorar de forma crítica las consecuencias de la guerra.

Pero no sólo eso, además hay toda una serie de competencias definidas para la carrera y en cada asignatura hay que señalar qué competencias de ésas, llamadas "transversales", se desarrollan. Pero no sólo eso, en la programación de la asignatura hay que indicar qué competencias se desarrollan en cada actividad concreta: clase magistral, clase de problemas, práctica de laboratorio, salida al campo, etc.


Esto lo tengo fresco porque me ha tocado estar en la comisión que ha redactado los nuevos planes de estudios. Sobre cómo se redactan los planes de estudios de las carreras universitarias podemos hablar largo y tendido otro día, pero podríamos resumir diciendo que si, por ejemplo, el catedrático de la asignatura A pelea en las reuniones más más que el de la asignatura B, los alumnos al final estudian mucho de lo primero y poco de lo segundo.


En el informe que hay que enviar a la agencia evaluadora del ministerio para que aprueben el plan de estudios hay que incluir las competencias de la titulación, las competencias que se desarrollarán en cada asignatura y las que se desarrollarán en cada actividad de cada asignatura. Y si no lo haces así no pasa, no hay opción.


Al final esto sólo significa más papeleo y más tiempo perdido, porque aquí todo el mundo continúa dando sus clases como siempre, aunque en los papeles tenga que poner que abraza la nueva fe con fervor. Vivimos en una especie de esquizofrenia, hacemos una cosa en los papeles y otra en clase.


En cuanto a la tasa de aprobados, es algo que nos guste o no, se incluye en como un indicador de calidad en todos los procesos de evaluación de las universidades europeas. Por asombroso que parezca, la universidad de hoy día tiene que aprobar mucho. Pero es que además, desde el punto de visto económico, a la universidad le interesa aprobar mucho, porque la financiación pública llega fundamentalmente a partir de los alumnos de nuevo ingreso, así que una vez ingresados no interesa tenerlos mucho tiempo por aquí consumiendo recursos y sin generar ingresos. Aunque paguen más matrícula, los repetidores son un lastre económico para la universidad.


Esto también afecta a los profesores individualmente, porque la tasa de aprobados (tasa de rendimiento académico, la llaman) es uno de los indicadores que se utiliza para evaluar la actividad docente del profesor. Un profesor que suspenda mucho puede tener problemas para cobrar un pequeño complemento de sueldo que nos dan de vez en cuando y lo que es más importante, puede tener problemas si quiere aspirar a una plaza de mayor categoría profesional y salarial. Como digo, no es el único indicador, pero se usa.


Y al final, ¿qué hace el profesor universitario? Pues no complicarse la vida. Por paradójico que parezca, dar clase es lo menos importante en la actividad profesional del profesor universitario, así que solventa la papeleta con una faena de aliño y se dedica a lo suyo. Ésa, creo, es la gran diferencia con el profesor de secundaria.


Álvaro Fernández Serrano es profesor de la Universidad de Lérida

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