El lunes pasado llevé a mi hija de
cuatro años a una función de titeres en Jerez. La compañía “La
gotera de la azotea” presentaba su último montaje. Cinco euros por
persona. Un espectáculo de una hora que desde el punto de vista
técnico me pareció notable: buena música, bonitos guiñoles,
historias divertidas para niños muy pequeños. El público, unas
cuantas decenas de personas, esn taba formado por niños de entre 2 y
5 años y sus padres. Hasta ahí todo normal.
La primera historia trataba de un atún
que tras morder un anzuelo era devuelto a la vida por un hombre que
estaba en la playa. Una historia sencilla y lírica, con algún
ribete ecológico.
Pero la segunda historia tenía otros
componentes. En ella aparecía un guardia muy malhumorado que llevaba
una porra con la que amenazaba a un niño que quería jugar. Este
guardia, no solo se contentaba con esto, sino que decía
explícitamente que le gustaba “prohibir”.t De ehcho daba la
vuelta a unos árboles que se convertían en tres señales de
prohibición. En la primera aparecía un niño jugando con un perro.
En la segunda de ellas aparecía un libro y el guardia decía que le
gustaba prohibir la cultura y los libros y hacer recortes en la
educación pública. Al volver el último árbol aparecía prohibido
el símbolo I+D+I y el guardia decía que estaba en contra de la
investigación en I+D+I. ¿Les suena el discurso?
No se quedaba esto ahí, sino que al
desaparecer el guardia aparecía otro personaje:un egoístac que
quería engañar al niño quitándole sus naranjas. Este personaje
decía llamarse Mariano, “como Mariano Rajoy” añadía y hablaba
imtando la peculiar forma de pronunciar la “s” del presidente
del Gobierno.
El público, repito, estaba formado pro
niños de 2 a 5 años y por sus padres. Se supone que la obra era
infantil. ¿Alguno de esos niños sabía lo que era la educación
pública y su defensa? ¿Alguno podía entender lo que es el I+D o
comprender quién es Mariano Rajoy? ¿Podrían argumentar los
integrantes de la compañía de títeres por qué razón incluyen
mensajes políticos en una actuación infantil? La única diferencia
que existe entre esto y una función teatral para los niños de la
Alemania nazi o los cubanos es que en estos países la asistencia es
obligatoria.
Desafortunadamente, el bombardeo
ideológico sobre los niños desde posiciones progresistas se ha
repetido con fondos públicos desde la llegada del PSOE al poder en
1982. Se utilizó entonces La bola de Cristal para lanzar mensajes
anticapitalistas y progres. Y se hizo una política cultural
consciente para insuflar una ideología determinada en toda la
sociedad. Las subvenciones al cine, al teatro o la contratación de
compañías teatrales se supeditó al mensaje político de la obra.
Quien haya ido con sus hijos al teatro a obras programadas por los
ayuntamientos habrá observado que en todas aparecen los mismos
temas: la ecología, el pacifismo, el feminismo... Es decir,, los
llamados temas transversales que no han sido sino una forma de
instaurar una ideología dominante que ha tratado de identificar
democracia con pacifismo, feminismo, ecología, etc.
Y esta ideología se ha acabado
imponiendo por desistimiento del adversario. Y eso es lo único que
explica es que los padres (bien por convencimiento o por simple
estupor. ) aceptasen aquella imposición ideológica sin decir nada.
Nadie desde el rigor y la seriedad ha explicado que los temas
transversales no son más que una suma de intenciones (algunas más
malas que buenas) que no tiene nada que ver con la democracia. La
democracia es el estado de derecho, la libertad y el ejercicio del
voto entre otras cosas. Se puede ser demócrata sin ser pacifista, ni
feminista, ni ecologísta, ni progre. Yo lo soy y no tengo ningún
complejo en decirlo. Y soy fan feliz, oiga. Milité en la extrema
izquierda y sé bien cómo es ese mundo.
A todos estos seguidores de los temas
transversales habría que recordarles que si no llega a ser por
Churchill seguramente el mundo en el que ellos viven y pueden
expresarse no existiría. Y Churchill no era ni pacifista, ni
feminista, ni ecologista, ni progresistas. Si no hubiera sido por su
política abiertamente beligerante contra la Alemania nazi, hoy
nuestro mundo sería muy distinto. Y mucho peor.
El sábado la llevé al circo. Quince
euros dos horas de espectáculo con trapecistas, domadores, payasos y
malabaristas. No había ni coeducación, ni pacifismo, ni ecologismo
ni nada de esas cosas. Pero yo me lo pasé bien y mi hija mejor. Y
que quieren que les diga. Me quedo con el circo.
Menos temas transversales y más
cultura. Eso es lo que hace falta.