El pasado 3 de octubre se produjo una agresión en un instituto de Málaga, el IES Miraflores. (Noticia en el periódico Malaga hoy.) Una madre aguardó la salida de una profesora del centro para abalanzarse sobre ella y retorcerle la mano y el brazo. La agresión fue tan violenta que la fractura que sufrió nuestra compañera preciso incluso de intervención quirúrgica.
Pero esto, siendo tristísimo, no es lo peor. Lo peor es la gestión que de este asunto se ha realizado. Gestión que evidencia la "normalidad" con que la Admnistración (con mayúsculas, desde el Parlamento de Andalucía hasta la dirección del centro) trata las agresiones contra los docentes. Porque la actuación de la Administración en este caso es la misma que en casos anteriores, que en las decenas de casos anteriores que se han producido en los últimos años, algunos de los cuales se han reflejado en este blog.
Esa actitud contrasta con la que se mantiene con otro tipo de violencia que salta constantemente a la prensa: me refiero a la violencia sexista. Bastará que tomemos este tipo de violencia como referente para darnos cuenta del distinto rasero que se produce cuando la violencia se ejerce contra el profesorado. No queremos con esto decir que el problema revista la misma gravedad. Son problemas de naturaleza distinta, pero mientras que un tipo de violencia se hace visible y se etiqueta desde la simple amenaza, la violencia contra el profesorado no existe. Simplemente.
Porque lo primero que hace la Administración es ocultar. Resulta muy significativo que habiéndose producido la agresión el 3 de octubre, la noticia aparezca en prensa el día 11 de octubre. ¡Ocho días ha tardado la agresión en llegar a la prensa!
Y eso no es lo peor, porque ¡atención! la noticia que publica el periódico no es la agresión en sí... sino la concentración. Pero es que la concentración se produce el lunes 21 de octubre. Es decir, y esto me parece gravísimo, a una compañera le parten un brazo brutalmente y la dirección de su centro tarda 11 días en convocar un pequeño acto. Eso sí, dejando bien claro, (asi lo manifiesta el profesor de Filosofía, miembro por tanto de la comisión de convivencia) que "no es contra la familia, no queremos hacer nada que pueda perjudicar a la familia". Nooooo, hombre, ¿perjudicar a la familia? Ni se les ocurra. Mejor denles una medalla. ¿Pero a dónde hemos llegado?
Las declaraciones que a este periódico realizan este compañero inocente (me refiero al instructor) y el director del centro son en sí mismas un monumento a la pasividad y un reflejo de la pésima situación de convivencia que ha conducido la LOGSE y su comprehensividad al sistema educativo español.
¿Qué les parecen estas perlas? Cito textualmente y luego comento:
"Lo más duro fue cuando la profesora trataba de coger su móvil
del suelo y la madre le pisó la mano y le retorció el brazo", comentó
ayer el catedrático de Filosofía José María Atencia, profesor de
Bachillerato del centro e instructor del expediente. Esto ocurrió en
presencia de la profesora que acompañaba a la docente supuestamente
agredida y de algunos vecinos, "aunque algunos se resisten a colaborar
con nosotros", agregó José María Atencia.
Los vecinos se resistían a colaborar. Anoten el dato. Una madre agrede a una profesora y los vecinos se resisten a colaborar... ¿Por qué? Pues sólo puede haber dos razones: o bien son de la misma calaña mral que los agresores, o bien se trata de que tienen miedo de los agresores. Creo que no hay más opciones. En cualquiera de los dos casos, se ve que este centro es un buen destino. Me lo pido para el próximo concurso de traslados.
Ante lo ocurrido, acudió la Policía y detuvieron a la presunta
agresora. Se celebró un juicio rápido aunque no aceptó el acuerdo que
proponía el juez y se emplazó para un nuevo proceso judicial que se
llevará a cabo en diciembre, según informan desde el instituto. La
profesora está de baja médica desde ese día por la gravedad de las
lesiones y la familia llegó a un acuerdo con la dirección del centro
para matricular a la niña en otro instituto, por lo que tampoco asisten
desde entonces a clase en el IES Miraflores de los Ángeles.
Observemos este dato. La dirección no expulsa a la alumna, sino que "llega a un acuerdo". ¿Se imaginan a un Gobierno llegando a un acuerdo con los terroristas en vez de detenerlos? Eso, infiero, ¿quiere decir que la niña se va sin expediente, de rositas? No quiero ni pensarlo. Lo que es seguro es que el director tiene la potestad de expulsar a la alumna y el periódico no dice que lo hiciera...
Aquí ya empieza la minimización de la situación. Un amigo mío que fue agredido hace un par de años en un instituto de Jerez (le lanzaron unos alumnos un globo lleno de agua a la cabeza) me dijo que cuando le contó su caso al director de su centro; este le contestó: "No te preocupes, lo mejor no es hacerles caso. Yo, el otro día por la noche, fui rodeado por unos cuantos con las motos dando vueltas a mi alrededor y me lo tomé a broma". Eso es valentía, amigos. La cobardía y la inacción se ha apoderado de nuestra nación y de una forma descendente llega hasta los directores y el profesorado. ¿O ha sido al revés? ¿Cómo es posible que quien tiene la máxima potestad coercitiva de un centro no la ejerza?
En mi opinión la culpa está en la Administración que ha generado un marco legal que trata la disciplina como si fuera un caso de derecho penal, convirtiendo lo que debería ser cualquier sanción rápida y directa
en una selva jurídica con audiencias a padres, levantamientos de actas, etc. En la práctica se pretende que en los centros ocurra como en la Justicia real, que se ejerza la sanción tarde, mal o nunca. Y luego unos equipos directivos mucho más preocupados por no sacar los pies fuera del tiesto que por defender a la escuela pública. Si hay que pasar por encima de las agresiones a compañeros, pues se pasa y ya está.
"No suelen ser cosas que merezcan otro tipo de actuación, hay niños disruptivos, está claro, pasan seis horas metidos en un instituto a esas edades y eso les agota, es lógico", indicó Atencia. Pero normalmente los padres "han sido muy comprensivos y tan sólo hemos tenido alguna discusión o discrepancia, lo habitual es la colaboración de las familias", señaló el instructor del expediente que nunca ha conocido casos de violencia entre adultos o agresiones de alumnos a profesores del centro.
Nunca se conocen casos similares porque se actúa con los mismos como él mismo está actuando con este. Silenciándolos y minimizándolos.Cada caso de violencia contra el profesora es siempre tratado por administración, direcciones de los centros y sindicatos como un "caso aíslado". Sería como si ante el asesinato de una esposa, un vecino de su portal dijera: "se trata de un caso aislado. Llevo aquí viviendo veinte años y nunca se ha asesinado a nadie en este portal."
Acto seguido se pasa a comprenderles. Como no tenemos arrestos para enfrentarnos a ellos, les convertimos en víctimas. Preferimos vernos a nosotros mismos como colaboradores progresistas con personas necesitadas que como cobardes. Y ahora el remate:
Tolerancia cero, pero han pasado once días de normalidad. Todo está en perfecto funcionamiento, subraya el colega. A una profesora le parten el brazo. No se para la actividad escolar. Se llega a un acuerdo con la agresora. Se convoca un acto dieciocho días después, pero se remarca que "no es contra la agresora". Eso es lo normal. Insisto: eso es lo normal.
¿Es esto velar por la educación pública? ¿Es defender a la compañera agredida con firmeza? ¿De dónde proviene este cáncer de la indisciplina que se ha extendido por todo el cuerpo social?
Finalmente. Todavía estamos esperando la reacción de los sindicatos o de alguien que lleve una camiseta verde. Lo digo por eso de la defensa de la educación pública, no por otra cosa. Defender la escuela va mucho más allá de incordiar al gobierno. Es defender a sus integrantes. Profesores incluidos.
Observemos este dato. La dirección no expulsa a la alumna, sino que "llega a un acuerdo". ¿Se imaginan a un Gobierno llegando a un acuerdo con los terroristas en vez de detenerlos? Eso, infiero, ¿quiere decir que la niña se va sin expediente, de rositas? No quiero ni pensarlo. Lo que es seguro es que el director tiene la potestad de expulsar a la alumna y el periódico no dice que lo hiciera...
También destacó el catedrático de Filosofía que "nunca había vivido nada
que se le pareciese a esto, es un instituto totalmente normal, los
problemas de disciplina son mínimos", añadió el docente que lleva más de
20 años impartiendo clase en este centro público.
Aquí ya empieza la minimización de la situación. Un amigo mío que fue agredido hace un par de años en un instituto de Jerez (le lanzaron unos alumnos un globo lleno de agua a la cabeza) me dijo que cuando le contó su caso al director de su centro; este le contestó: "No te preocupes, lo mejor no es hacerles caso. Yo, el otro día por la noche, fui rodeado por unos cuantos con las motos dando vueltas a mi alrededor y me lo tomé a broma". Eso es valentía, amigos. La cobardía y la inacción se ha apoderado de nuestra nación y de una forma descendente llega hasta los directores y el profesorado. ¿O ha sido al revés? ¿Cómo es posible que quien tiene la máxima potestad coercitiva de un centro no la ejerza?
En mi opinión la culpa está en la Administración que ha generado un marco legal que trata la disciplina como si fuera un caso de derecho penal, convirtiendo lo que debería ser cualquier sanción rápida y directa
en una selva jurídica con audiencias a padres, levantamientos de actas, etc. En la práctica se pretende que en los centros ocurra como en la Justicia real, que se ejerza la sanción tarde, mal o nunca. Y luego unos equipos directivos mucho más preocupados por no sacar los pies fuera del tiesto que por defender a la escuela pública. Si hay que pasar por encima de las agresiones a compañeros, pues se pasa y ya está.
"No suelen ser cosas que merezcan otro tipo de actuación, hay niños disruptivos, está claro, pasan seis horas metidos en un instituto a esas edades y eso les agota, es lógico", indicó Atencia. Pero normalmente los padres "han sido muy comprensivos y tan sólo hemos tenido alguna discusión o discrepancia, lo habitual es la colaboración de las familias", señaló el instructor del expediente que nunca ha conocido casos de violencia entre adultos o agresiones de alumnos a profesores del centro.
Nunca se conocen casos similares porque se actúa con los mismos como él mismo está actuando con este. Silenciándolos y minimizándolos.Cada caso de violencia contra el profesora es siempre tratado por administración, direcciones de los centros y sindicatos como un "caso aíslado". Sería como si ante el asesinato de una esposa, un vecino de su portal dijera: "se trata de un caso aislado. Llevo aquí viviendo veinte años y nunca se ha asesinado a nadie en este portal."
Acto seguido se pasa a comprenderles. Como no tenemos arrestos para enfrentarnos a ellos, les convertimos en víctimas. Preferimos vernos a nosotros mismos como colaboradores progresistas con personas necesitadas que como cobardes. Y ahora el remate:
Lo que también quiso dejar claro el instructor del expediente es
que esta concentración "no es contra la familia, no queremos hacer nada
que pueda perjudicar a la familia, sino que se trata de una
concentración contra cualquier tipo de violencia en el entorno educativo
y también fuera, tolerancia cero ante esto", añadió Atencia. Por el
momento, también están poniendo mucho empeño en que la actividad lectiva
se siga desarrollando con normalidad. "La dirección ha procurado que
esto no influya en alumnos y profesores, todo está en perfecto
funcionamiento", subrayó.
Tolerancia cero, pero han pasado once días de normalidad. Todo está en perfecto funcionamiento, subraya el colega. A una profesora le parten el brazo. No se para la actividad escolar. Se llega a un acuerdo con la agresora. Se convoca un acto dieciocho días después, pero se remarca que "no es contra la agresora". Eso es lo normal. Insisto: eso es lo normal.
¿Es esto velar por la educación pública? ¿Es defender a la compañera agredida con firmeza? ¿De dónde proviene este cáncer de la indisciplina que se ha extendido por todo el cuerpo social?
Finalmente. Todavía estamos esperando la reacción de los sindicatos o de alguien que lleve una camiseta verde. Lo digo por eso de la defensa de la educación pública, no por otra cosa. Defender la escuela va mucho más allá de incordiar al gobierno. Es defender a sus integrantes. Profesores incluidos.
1 comentario:
¡Qué desastre! Lo peor es que el estado actual de la Secundaria es un lastre para el país. Esto no se arregla en menos de 50 años.
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