Como
sabemos, en las dos últimas décadas España cambió de forma
radical su sistema educativo. Se pasó del sistema del BUP y la FP al
sistema LOGSE. Esta reforma sigue en vigor en sus elementos
esenciales a pesar de los sucesivos cambios legislativos (más o
menos cosméticos) que los sucesivos gobiernos del PSOE o el PP le
han dado. Lo cierto es que las líneas generales de la reforma han
seguido estables a pesar de los vaivenes políticos. Así, el sistema
de conciertos con los centros privados, la división en dos etapas a
partir de los doce años, la escolarización obligatoria hasta los 16
años, la posibilidad de que las autonomías concreten sus
currículos, la optatividad y, sobre todo, la comprehensividad y la
promoción por imperativo legal con las consecuencias que esta ha
tenido, siguen siendo los puntales del sistema.
Lo
cierto es que, a pesar de que se dice que han cambiado mucho las
leyes, la realidad es que esto es aplicable fundamentalmente a los
currículos. En los aspectos de organización de las enseñanzas, de
disciplina o de las cosas se han mantenido bastante estables.
Esos
elementos no han cambiado en los últimos veinte años y creemos que
varias de estas cuestiones deberían ser revisadas a fondo y no de
forma parcial. Se trata por tanto de plantear una enmienda a la
totalidad que muestre cuál es nuestro sistema educativo actual.
Lógicamente,
este es un tema global que va a conllevar la elaboración de una
serie de artículos que iremos intercalando en el blog entre otros
monográficos dedicados a otros temas.
Hecho
este preámbulo, pasamos a plantear ya hoy algunas ideas básicas del
que sería nuestro sistema educativo:
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