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jueves, 17 de enero de 2013

Las interinidades y la Comunidad de Madrid

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La Comunidad de Madrid ha adoptado una importante decisión de cara a las próximas oposiciones. Consiste ésta en primar en ellas la nota obtenida en el examen por encima de la antigüedad laboral. Según reza el borrador (decreto) aprobado por el ejecutivo madrileño en las próximas oposiciones, la nota del ejercicio se valorará en 8 puntos, la antigüedad en 1 punto y la realización de cursos y otros méritos también se valorará en un punto.
En mi humilde opinión esa medida es acertada. Es más, creo que la antigüedad no debería ser tenida en cuenta como un mérito para aprobar las oposiciones.
Tradicionalmente, los sindicatos han estado a favor de blindar los derechos de los interinos equiparándolos a los de los propios funcionarios. Incluso, los tribunales españoles les han dado la razón atendiendo al criterio de igualdad y así, los interinos disfrutan de trienios y de otros beneficios como si fueran funcionarios de carrera.
Independientemente de cuáles sean las decisiones de los tribunales, a mí esto me parece un contrasentido. La propia noción de interinidad tiene que ver con la provisionalidad de su puesto con lo que bajo ningún concepto un interino puede equipararse a un funcionario. El funcionario ocupa una plaza que ha conquistado (se supone) por méritos propios. Ya sabemos que no siempre esto es así en todos los casos y de ello hablaremos en otras entradas de este blog. Pero lo que es evidente es que el funcionario ha conquistado una plaza y el interino, no. Por tanto, no puede tener los mismos derechos que un funcionario. Esto me parece tan evidente que no merece más argumentos.
A menudo, los sindicatos y algunas asociaciones de interinos aducen la experiencia como un factor decisivo en el desempeño de nuestra tarea. Eso tiene una parte de lógica, pero no es la cuestión decisiva. Dar clase no es lo mismo que coger aceitunas o algodón, dicho esto con todos los respetos para quienes se dedican a estos nobles menesteres. Incluso en actividades sin cualificar (en la agricultura o la albañilería) hay elementos que son más importantes que la experiencia o la antigüedad al ocupar un puesto.
De hecho, deberíamos comenzar por diferenciar experiencia de antigüedad. La antigüedad es el número de cursos que alguien lleva dando clase. Eso es cuantificable Sin embargo, la experiencia no siempre se corresponde con la antigüedad. Es decir, hay personas que son capaces de extraer lecciones de la experiencia en mucho menos tiempo que otras. Luego la experiencia es un elemento que tiene que ver con la capacidad de análisis y la inteligencia de cada persona.
Así mismo, los años de interinidad que se aducen como mérito podrían desde otro punto de vista (y según en qué casos) interpretarse como un demérito. Pensemos en un profesor que entró como interino, por ejemplo en 1996 y que desde entonces hasta ahora (casi veinte años después) ha sido incapaz (después de convocatorias masivas y muy favorables como las de los años 2008 y 2010) de obtener la plaza. ¿Es eso un mérito? Peor sería que el interino en cuestión hubiese accedido al sistema de interinidades con anterioridad a 1990 pues como sabemos de 1990 a 1993 hubo otro coladero por el que se “regularizó” la situación de miles de interinos con una simple encerrona. Quienes vivimos (sufrimos será mejor decir) aquello sabemos de qué estamos hablando. Concluiremos entonces que lo que se aduce como un mérito es, en muchas ocasiones, un demérito.
Por otro lado, lo más importante de un profesor es el dominio de los conocimientos que tiene que enseñar y su capacidad para hacérselos comprender a los alumnos. Y eso tiene que ver con su inteligencia, su memoria y su capacidad de expresión oral y escrita. Todas estas capacidades son medibles en una oposición que sea digna de tal nombre. Porque independientemente de que en la actualidad dispongamos de pizarras digitales, libros de textos, internet, etc, al final, el alumno necesitará una explicación, sea esta en gran grupo o individualizada y quien no tenga esto, aunque lleve en las aulas años y años no debe estar por delante de quienes demuestren esos conocimientos y esa capacidad de exposición oral. Esto me parece tan evidente que tampoco merece más argumentación.
Por tanto, parece lógico que, como ha hecho la comunidad madrileña, sean la capacidad (la nota en la oposición) lo que dictamine el acceso al cuerpo y no los años de antigüedad como interino.
El sistema educativo ha de ser por naturaleza meritocrático. Los mejores deben ser quienes ocupen los mejores puestos. Cuando vamos a un médico, esperamos que sea el mejor y no su antigüedad en el Insalud. Es más, siguiendo el mismo paralelismo, todos sabemos que por norma general los médicos que accedieron a su especialidad por el sistema MIR, vigente desde 1978, son mejores y están más cualificados que los anteriores, que se especializaban de forma burocrática. El sistema de acceso que está proyectando el Gobierno debería caminar hacia un sistema absolutamente meritocrático y objetivo parecido al de los médicos, donde la subjetividad y el enchufismo estén absolutamente desterrados por ser imposibles. Eso es lo mejor para la sociedad, para nuestros alumnos y para los profesores dignos de tal nombre.

2 comentarios:

Jose dijo...

Estoy de acuerdo en esencia con lo que expresas en este artículo. Ahora bien, creo que también hay jóvenes interinos que se han quedado a las puertas de la plaza por no tener antigüedad y que, estoy convencido de ello, están más preparados, tienen más vocación y son más inteligentes que esos viejos interinos que pese a hacer el ridículo en la fase de oposición acabaron recientemente consiguiendo el puesto. Por tanto, creo que es necesario precisar un poco más a la hora de referirnos a interinos y funcionarios de carrera, pues algunos de estos últimos demuestran menos inteligencia y menos profesionalidad que los primeros.

Eduardo López Prieto. IES Javier de Uriarte (Fuentebravía) dijo...

Hola, Jose: Estoy totalmente de acuerdo con lo que plantea y de hecho, mi intención es hacer nuevas entradas sobre este tema, que me parece crucial. La calidad de la enseñanza depende de la calidad del profesorado. Esto es indiscutible. Y efectivamente el sistema de acceso qeu tenemos es muy mejorable. Además, las convocatorias son erráticas y desiguales. En 1998 había para Madrid 6 plazas y para Andalucía 48 (de las que 24 eran para maestros). Obtener la plaza fue difícil. Sólo en 2008 hubo 1200 plazas, una para cada tres o cuatro opositores. ¿Qué oposicion garantizó mejores profesores, 1998 o 2008-2010? Tema espinoso y que merece por si solo más artículos. Y esos artículos llegarán. Saludos y gracias por participar.