Analizaremos
hoy más por extenso el primer aspecto que habíamos trazado en la
entrada anterior.
A-
La meritocracia.
El
objetivo de cualquier sistema ha de ser la búsqueda de la calidad en
cada uno de los niveles. Y esa calidad no surge de abajo arriba, es
decir, de los alumnos hacia los profesores, sino obviamente al revés.
En muchas ocasiones se alaba la tendencia a la excelencia que existe
en el sistema finlandés, pero ¿cuánto de ello se debe al proceso
durísimo de selección del profesorado? Sólo los mejores
licenciados alcanzan el ansiado puesto de profesor.
Fomentar
la calidad entre los alumnos parte por tanto de la búsqueda de la
calidad entre los profesores. Eso quiere decir que los elementos a
tener en cuenta en las oposiciones deben ser las calificaciones
obtenidas en el proceso de oposición y no otros como puedan ser la
antigüedad en el puesto a desempeñar o las calificaciones de la
carrera. Es el proceso de oposiciones quien tiene que establecer las
diferencias entre unos opositores y otros y no elementos externos que
el tribunal no controla de forma directa.
La
antigüedad no es sinónimo de calidad. No es seguro que una persona
por llevar muchos años en un puesto de trabajo, y menos en el de
profesor, haya alcanzado la excelencia. Todos sabemos que eso no es
una garantía. Eso tampoco quiere decir lo contrario, claro; esto es,
que un interino con muchos años de antigüedad sea un mal profesor.
No se puede establecer correlaciones directas en este sentido. Pero
lo que es evidente es que si el examen es justo, la antigüedad bien
aprovechada del buen proferor se manifestará directamente en el
proceso de oposiciones. Más en concreto, si al profesor se le
plantea como prueba la realización o diseño de una actividad en un
período de tiempo determinado (imaginemos, diseñar una actividad
extraescolar en relación con un tema dado) la experiencia debe
manifestarse al diseñar la actividad, pero no impide que un gran
profesor sin experiencia pueda brillar también. Y eso es lo que le
interesa al sistema, diferenciar a los mejores.
Por
lo que se refiere a las notas de la carrera, todos sabemos que no es
lo mismo obtener una calificación en una universidad que en otra,
incluso con un profesor que con otro, de la misma forma en que no
puntúa de igual forma un tribunal que otro. Por tanto, no es justo
que el opositor que ha “sufrido” profesores más exigentes parta
en desventaja con otros opositores. Todos los opositores deben partir
con la misma posición de salida. Es el diseño del examen quien
tiene que distinguir a los mejores.
Finalmente,
los cursos son el factor que debería ser desechado con mayor
claridad.Todos sabemos que en muchas ocasiones, estos cursos son
irrelevantes.
En
síntesis, creo que lo mejor para los alumnos, para el sistema en su
conjunto es que exista un proceso de selección que discrimine y
premie a los mejores a partir de su diseño.
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