Quizá sea conveniente que explique por qué estamos
dedicando tanto espacio en el blog a un movimiento que ha obtenido tan escasos
éxitos. Y creo que es interesante el análisis porque (como he puesto en alguno
de los comentarios) el movimiento 15-M es la expresión de una forma de entender la vida y la sociedad que va a pervivir
durante muchos años.Esta crisis y las
situaciones que está suscitando muy probablemente acompañarán a los integrantes
de esta generación durante toda su vida. Por poner un paralelismo, basta con ir
a una excursión del IMSERSO de nacidos en la década de los cuarenta para darse
cuenta de que no han olvidado en casi ochenta años el hambre que pasaron de
niños y asaltan los buffets como si fuera a estallar una guerra justo después
de la comida. Pues salvando todas las distancias (esto, por duro que sea, no
tiene nada que ver con aquello ni con Argentina, donde se han visto niños
metiéndose en los cubos de basura para comer las sobras), los rasgos esenciales del
movimiento creo que permanecerán. Nos encontramos quizá ante la primera
generación de españoles que va a vivir peor que sus padres. Y esto tiene unas
causas (una de ellas para mí es la LOGSE) y tendrá consecuencias duraderas en
el estado de ánimo de millones de personas nacidas entre 1980 y 1990. Esa creo
que es la perspectiva y eso es lo que justifica la profundización que hacemos
en esta serie.
Hecho este inciso, nos centraremos hoy en otro de los
rasgos esenciales del movimiento 15-M, que tiene relación tanto con la base
social e ideológica que da a lugar al mismo como con las experiencias
educativas de sus integrantes y es su alergia organizativa.
Desde medios de comunicación de la derecha, pasada la fase
de papanatismo inicial que parece común en
muchos periodistas, se ha instalado la teoría de que es un movimiento articulado
por el PSOE y se dio como muestra de ello que la página de Democracia Real Ya
había sido creada por un militante socialista. Creo, sin embargo, que dos años
desde el inicio del 15-M nos demuestran que efectivamente, el movimiento se
desarrolla, se construye y se mueve desde las bases, en forma asamblearia y sin
seguir un liderazgo claro.
En dos años, no hemos visto en el 15-M ni un líder ni una
organización definida y estable que se haya podido encargar de encauzar,
articular y lanzar el movimiento a favor de un objetivo determinado. ¿Recordamos alguna cara o algún nombre que
podamos asociar con el 15-M? No, el 15-M no tiene líderes claros y, según sus
propios integrantes, esto es positivo y demuestra la energía y fortaleza del
movimiento. Pero esto, como cualquier
persona medianamente instruida o inteligente sabe o puede colegir, es una
sandez. ¿Hubiera existido el cristianismo tal y como lo concebimos (dos mil
años lo contemplan) sin la figura de Jesús de Nazaret y la labor de la Iglesia?
Es imposible generar movimientos duraderos y sólidos sin líderes y
organización. Basta con ver que los movimientos de masas más importantes del
siglo XX (los totalitarismos fascistas y comunistas) tuvieron líderes claros y
organizaciones muy sólidas. Lo mismo podemos decir de los colectivos que más
han conseguido en la última etapa democrática española. Tanto los etarras, como
el movimiento feminista o el movimiento homosexual tienen organizaciones
estables y jerarquizadas con líderes nítidos.
Entonces ¿de dónde proviene esta alergia organizativa que
es, sin lugar a dudas, una de las señas del movimiento? Pues en realidad, en
sus propias ideas podemos verlo. El 15-M
habla de generar estructuras horizontales y no verticales; es decir, se
declaran insumisos a la existencia de jerarquías. No puede haber líderes y
masas, sino que es la propia masa quien debe organizar todo y avanzar a la vez como un solo hombre.
De forma teórica, esta ausencia de organización coincide
con planteamientos anarquistas. Pero no debemos cegarnos por esto, pues la CNT
o la FAI no solo fueron organizaciones muy sólidas sino que además tuvieron líderes
absolutamente identificables. Desde filósofos como Bakunin o Kropotkin
(referentes teóricos y morales) hasta líderes con autoridad absoluta sobre sus
seguidores en la acción directa (un ejemplo paradigmático y no único sería
Buenaventura Durruti). Así pues, no es del anarquismo práctico de donde surge
esta alergia organizativa aunque teóricamente enlace con él.
En mi opinión, la alergia organizativa surge del
igualitarismo y la ignorancia que la LOGSE ha inoculado entre los alumnos. La LOGSE, con su alergia a los conocimientos,
con su comprehensividad compulsiva, ha conducido a una crisis de la idea de
excelencia que el zapaterismo en el poder elevó a la máxima potencia. Donde se exalta la igualdad por encima de
todo, lo superior no cabe. La caída de los niveles educativos ha determinado
que nadie sea admirable o pueda entenderse como un ejemplo a seguir. Es decir,
para esta generación de nuevos titulados, no existen referentes morales. No
creen que pueda y deba haber personas que por su talento organizativo y
profundidad de ideas sean las más indicadas para dirigir un movimiento. No.
Todos somos iguales. Y ese “todos somos iguales” no se refiere a una igualdad
de derechos; es decir, al derecho a expresarse, sino a la igualdad de las
propias opiniones entre sí y a la propia igualdad de las personas entre si.
Todas las opiniones, al ser expresión de personas iguales, son también iguales
y tienen el mismo valor. Y de esa conciencia igualitarista surge la alergia
organizativa. Nadie tiene derecho a liderar a nadie.
De hecho, las organizaciones de izquierda que se han
acercado a ganar adeptos entre el 15-M o incluso a capitalizar el movimiento
han sido recibidas en las asambleas y manifestaciones con cajas destempladas.
No hay ninguna sigla partidista que tenga predicamento entre ellos.
Otra parte de la explicación proviene de la propia caída
de los niveles educativos. No se conocen referentes morales porque no se conoce
la historia. Como dijimos en otra entrada, si los buenos estudiantes acaban el
Bachillerato sin saber quien es Luther King, Lenin o Bakunin... ¿Cómo van a
buscar en sus propias filas un líder? Si no conocen como se organizaron las
revoluciones o los movimientos que resultaron triunfantes en la historia...
¿cómo van a tomar conciencia de que deben organizarse ellos?
Abundando en esta idea, los alumnos de la LOGSE han
aprendido en las últimas décadas (y siguen aprendiendo) que en la práctica educativa
importa más la laboriosidad y el voluntarismo que la capacidad, los
conocimientos y la inteligencia. No hace falta para aprobar e incluso para
obtener buenas notas ser inteligente; basta con poner voluntad. Y puestas así
las cosas, las personas no aprenden en la práctica y de forma definitiva que no
todos somos iguales, sino lo contrario: todos valemos lo mismo y todas las
opiniones deben pesar lo mismo.
Puestas así las cosas, será difícil que el movimiento
alcance objetivo alguno. Pero esto en realidad no resulta importante, porque el
movimiento parece ser, más que la forma de resolver problemas prácticos y
concretos, una actitud, una forma de enfrentarse a la vida, un sello
generacional que pervivirá durante toda una vida como el hambre de los años cuarenta.
Serán la generación estafada para siempre. Y lo peor es que una gran parte de
la estafa, el engaño fundamental, se les hizo a través del sistema educativo,
al darles un título que no valdría nada.
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