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sábado, 8 de junio de 2013

El 15-M y los temas transversales (2). La resolución pacífica de conflictos.



 
En entradas anteriores sobre la LOGSE  hemos analizado la enorme influencia que tiene una ley educativa desde el punto de vista académico y laboral pues al tratarse en ella la forma de obtener los títulos, condiciona la vida futura laboral de un país (lo que quiere decir al final de sus habitantes). Pero en estas entradas sobre el 15-M no nos vamos a centrar en las influencias laborales de la LOGSE sino en las sociales.

Y lo primero en lo que hay que insistir, como ya hemos hecho en otras ocasiones, es que en una sociedad democrática, las leyes se promulgan y se mantienen porque la propia sociedad de alguna forma se deja gobernar por ellas, compartiendo o admitiendo sus presupuestos ideológicos. En este sentido, ya hemos indicado que la ideología dominante en España (incluso actualmente) arranca de la llegada de Felipe González y su grupo de nacionalistas españoles (así los denominaba la CIA en sus documentos internos) al poder en 1982, amparados tras las siglas del PSOE. Esa mayoría absoluta que se mantuvo durante ocho años transformó España y sembró una nueva ideología dominante de corte capitalista en lo económico y socialdemócrata en lo ético en la que los extremismos debían abandonarse. Ese nuevo PSOE que abandonó el marxismo en 1979 fue votado masivamente por la sociedad española en 1982, lo que acabó obligando a Alianza Popular a refundirse en el PP, en su denominado “viaje al centro”. Es decir, la Segunda restauración borbónica se consolidó al virar la sociedad en su conjunto hacia el centro del espectro político. Y no hay que olvidar que es en este contexto de supremacía ideológica absoluta se produce (tras dos mayorías absolutas del PSOE) la elaboración de la LOGSE. 
 


Y así los gobernantes, no por casualidad, entendieron que podían y debían inocular a los estudiantes su propio código moral, como si fuera el único democrático y posible. Dicho de otro modo, la dirección del PSOE creyó que podía y debía hacer propaganda a través de la legislación educativa de sus ideas socialdemócratas como si estas fueran dogmas de fe. Y así, el pacifismo (que no deja de ser una ideología), el feminismo, el ecologismo y otras tantas ideas más fueron lanzadas sobre la población escolar como si fueran verdades absolutas ante las que hubiera que postrarse. A tal grado se llegó en este bombardeo ideológico que incluso una gran parte de la población identifica hoy estas ideas con la propia esencia de la democracia y no considera de buen gusto o incluso aceptable declararse públicamente contrario al feminismo, al pacifismo o al ecologismo bajo riesgo de ser tachado de autoritario o anormal  Pues alíviense, yo no soy ninguna de las tres cosas y soy una persona normalísima. Pero lo más significativo de todo esto es que cuando una sociedad asume como si fuera neutro un código ideológico que es en realidad propio de un partido político es que el grado de dominio  ideológico de ese partido sobre la sociedad es total. ¿Quién se atreve a decir hoy que el pacifismo es una doctrina política errónea y hasta reaccionaria? Pues eso mismo decía Churchill justo antes de la Guerra Mundial mientras Alemania se rearmaba preparándose para una nueva guerra.  ¿Existiría nuestro mundo democrático (socialdemocracia incluida) si EEUU y Gran Bretaña hubieran seguido políticas pacifistas ante la expansión nazi? 

 http://www.barewalls.com/i/c/450095_Never-Was-So-Much-Owed-By-So-Many-To-So-Few.jpg

Y como decíamos antes, esta inoculación sobre la población escolar, esta presión ideológica se hizo sobre todo desde los llamados temas transversales. Según el espíritu logsiano todavía en vigor, este conjunto de ideas debía ser planteado por el profesorado en toda ocasión propicia para “alentar el espíritu crítico” del alumnado ante la realidad. De todo esto surgió la obligación de celebrar en los centros de estudio los famosos días de la paz, de la mujer o de las distintas autonomías, etc. lo que dio lugar a un huracán de cursilería consistente en que los alumnos realizasen manifestaciones de lo más llamativas en el centro del patio (ataviados con disfraces, cantando canciones que se preparaban en las aulas, etc) sin más objetivo que divertirse en la propia manifestación o simplemente “concienciarse” desde ese ideario sobre determinados problemas. Es decir, sin pretender ninguna efectividad más allá del estado de ebullición ideológico y la satisfacción por el deber cumplido. 
 
Si analizamos el 15-M en relación con las manifestaciones escolares nos encontraremos con que el modus operandi fue bastante similar (siguiendo en esto la misma deriva lúdica iniciada en los años ochenta del siglo pasado, en las  manifestaciones anti-Otan). La manifestación del 15-M también era muy llamativa y muy centrada en los elementos superficiales y en el aspecto lúdico: una acampada primaveral con actuaciones y debates que duró justo hasta que apretaron los calores y los acampados quisieron irse de vacaciones. También el 15-M fue naif en sus eslóganes: “Nuestros sueños no caben en sus urnas”. “El miedo es la única frontera, traspasémosla”. “De la revolución del placer, al placer de la revolución”. “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”. “El 15M no es la solución, pero es parte de la solución”. Este tipo de eslóganes sacados de las fotos colgadas en la red nos hace una idea de lo que estamos hablando, de un cierto efectismo vacío. También, como en las celebraciones de los colegios, se procuró dar a todo un aire festivo y llamativo. Baste para ello recordar que los manifestantes  en sus asambles se aplaudían al estilo sordomudo cuando entre ellos era difícil encontrar a alguno pues si tal hubierra ocurrido, el sordomudo en cuestión no hubiera entendido las palabras de los que se pasaban el micrófono ya que sus discursos (lo esencial) no era traducido.  Sin embargo, sí se aplaudía al estilo sordomudo. Es decir, efectismo (que no efectividad) de cara a la galería de periodistas. De alguna manera, la propia acampada acabó convirtiéndose para muchos de ellos en un “happening” al que acudían gentes de toda España a fotografíar y fotografíarse para colgar sus propias fotos en el facebook demostrando su pedigree de indignados.

Pero entrando en las propuestas y bases ideológicas del movimiento, veamos algunas relaciones de la ideología del 15-M con los temas transversales. De todos ellos, hay uno básico , que es el de la educación para la paz y la resolución pacífica de conflictos, porque en él está la razón por la que, bajo mi punto de vista, el movimiento ha sido acogido favorablemente por los medios de masas.

Ya el otro día analizábamos como algunos sectores del 15-M, se habían auto-calificado como “revolución”, ignorantes de lo que esa palabra significa. Y hoy vamos a entrar en un tema que está totalmente relacionado con este, pues es el de la violencia, o por mejor decir, el empleo de la violencia con fines políticos. 
Como decíamos entonces, una revolución se produce cuando en una sociedad se plantea la existencia de un doble poder armado. Es decir, en la misma nación hay dos bloques numerosos enfrentados por razones políticas que están armados y que no dudan en hacer uso de la violencia si es necesario. ¿Esto quiere decir que la búsqueda violenta de objetivos políticos es en todos los casos un revolución? No. El terrorismo busca objetivos políticos, pero no es una revolución porque no plantea la existencia de un nuevo poder capaz de derrocar al establecido ni participan en él las masas. El objetivo del terrorismo es el terror. Y por el contrario, se puede producir una revolución sin gran derramamiento de sangre a condición de que el poder establecido abandone la escena sin enfrentarse al poder emergente. Sin embargo, en muchas ocasiones, una revolución conduce a una guerra civil, como atestigua la historia una y otra vez.

 

Así pues, y enlazando con nuestra primera entrada, es obvio que el movimiento 15-M no es una revolución. Pero no es que no se trate de una revolución, sino que podríamos decir que es un movimiento opuesto a la misma desde sus propias bases ideológicas. De hecho, en mi humilde opinión, un elemento distintivo del movimiento desde su inicio ha sido precisamente su ausencia de violencia. Resulta extraordinariamente significativo que con una situación social como la que arrastramos y en un movimiento supuestamente revolucionario,, la violencia (salvo el episodio de acoso a los parlamentarios catalanes) ha sido inexistente. En la ocupación de la Puerta del Sol y en las múltiples y constantes manifestaciones relacionadas con el movimiento no se han producido enfrentamientos con los cuerpos de seguridad, ni escenas de vandalismo callejero, ni actos de sabotaje, ni cortes de tráfico. El movimiento así se ha saldado con escasísimas detenciones. Con todo lo que se está viviendo en torno a las hipotecas, ni siquiera se han atacado violentamente sucursales bancarias. Nada que ver con el terrorismo callejero que se ha vivido durante muchos años en Vasconia y mucho menos con la Semana trágica de Barcelona, donde se incendiaron casi todos los templos de la ciudad. 
 
Incluso trazando un paralelismo menos extremo, durante la crisis de los años ochenta con su tremenda reconversión industrial que llevó al paro a miles de personas o en las huelgas estudiantiles de los años 86-87 fueron moneda corriente los duros enfrentamientos entre policías y trabajadores o estudiantes en Euskalduna, Bazán de Ferrol, Reinosa o en la calle de Alcalá ante el ministerio de Educación. Quienes hagan memoria recordarán que hubo incluso muertos (Reinosa) o heridas de bala (la estudiante Maria Luisa Prada).

 

Pero ahora los policías no han tenido ni siquiera que disparar al aire. Con esto me limito a constatar un hecho y es el carácter pacífico del movimiento. No es cierto, pues que sea un movimiento radicalizado, al menos hoy por hoy.  Hay muchas personas y analistas que se están preguntando cómo es posible que con la crisis que estamos arrastrando y sus profundas consecuencias, no se haya producido todavía ninguna explosión social. Una parte de la respuesta está, en mi opinión, en la labor de concienciación que la LOGSE ha desarrollado en las últimas dos dećadas. Vistas así las cosas, parece que los planes de la socialdemocracia de generer una mano de obra dócil y barata han dado excelentes resultados.

De hecho, tenemos más datos que abundan en esta idea. Observemos por un lado que el propio movimiento generó dentro de sus filas la llamada Comisión de Respeto, que se encargaba de neutralizar o reprimir desde dentro las actuaciones demasiado radicales. Se podía ser todo lo radical que se quisiese exponiendo ideas, pero no actuar de forma radical. Por otro lado, observemos que cuando en el movimiento se ha producido una escisión encaminada a la acción de sabotaje o violencia como fue el acordonamiento del Congreso de los diputados (Asalta el Congreso) , tanto Democracia Real como la Plataforma de la Hipoteca anunciaron a bombo y platillo (con todo el apoyo de la prensa) que ellos no comulgaban con aquellas ideas. Hay por tanto entre las bases una resistencia muy marcada a la utilización de la violencia.


 
Y obviamente, esto en mi opinión, tiene relación con lo que esta nueva generación ha vivido desde su infancia y muy especialmente, dentro del sistema educativo. Un niño nacido en los años sesenta estaba acostumbrado a ver una película de guerra dos o tres veces al mes, pues los sábados eran emitidas regularmente por TVE (la única cadena). En esas películas se demostraba la legitimidad del uso de la violencia sin necesidad de ser explicada. Los norteamericanos, llevados por sus ideales, tenían que imponer el bien por medios violentos aniquilando a los nazis o a los japoneses. No solo eso, sino que en el ideario político anterior a la irrupción del felipismo, el debate político estaba familiarizado con la legitimidad de la violencia política de izquierda a derecha, desde la  Falange al PCE. La consecuencia es que los conflictos sociales durante los años ochenta desembocaban frecuentemente en episodios violentos.
Sin embargo, nos encontramos con que el movimiento 15-M, según recoge la Wikipedia, se declara pacifista de forma abierta. De hecho, no solo plantean la reducción del gasto militar, sino (ojo al dato) el cierre inmediato de las fábricas de armas y un mayor control de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (no sabemos cómo podrán existir estas fuerzas armadas sin fábricas de armas).

Llegados a este punto, nos encontramos por tanto con una ley (la LOGSE) y un ambiente social que proclama ideas de izquierda, pero que sin embargo se declara partidaria de la no violencia. Y esa es la herencia que recogen los indignados. Puestas así las cosas, si el sistema tuviera que elegir un movimiento de oposición, no cabe la menor duda de que elegiría este pues el 15-M está alejado del radicalismo y además pretende la pervivencia del sistema con ciertas reformas. Es además un movimiento favorable para la socialdemocracia porque cuando surjan de entre sus filas elementos radicales (que ya han surgido y seguirán surgiendo) se tendrán que enfrentar no solo a la ideología del capitalismo, sino a sus propios correligionarios indignados, que rechazarán sus ideas y métodos. Es decir, el movimiento 15-M sólo se radicalizará (y con enormes dificultades por sus presupuestos ideológicos de base) escindiéndose. Siguiendo esta misma línea de razonamiento, la mayoría de sus integrantes vivirán un constante malestar general que nunca obtendrá rédito alguno, pero que permanecerá latente durante mucho tiempo, como un mar de fondo sobre el que basculará una parte de la intención de voto de esta generación que, obviamente se acabará traduciendo en votos para las organizaciones de izquierda tradicionales. Luego entonces, de lo que se trata para la dirección del PSOE, es de desviar esos votos hacia sus urnas para que no sea IU quien capitalice ese descontento.
Estas son en mi opinión las razones de que la prensa (y la izquierda en general) haya mirado y siga mirando con benevolencia al 15-M, al que ven como un conjunto de buenos chicos al que hay que acercar a su redil. Con relación al pacifismo, lo único que queda por decir es que esta posición política contraria a la violencia no tiene por qué ser eterna. Si las capas dirigentes de la sociedad no son capaces de dar salida a las inquietudes de este amplio sector social, sí son posibles (aunque el recorrido como hemos visto será muy tortuoso) manifestaciones violentas como deriva del 15-M.

3 comentarios:

Álvaro Fernández dijo...

Hay otra razón de peso para que el 15-M no sea revolucionario. A mí me da la impresión que la mayoría de sus seguidores son personas que no están viviendo una situación personal desesperada. No conozco los entresijos de dicho movimiento, pero visto desde fuera parece que los que llevaban la voz cantante eran jóvenes con formación y con iPhone que pensaron que vivirían su momento de gloria sin mancharse los pies de barro y sin recibir porrazos de la policía.

Las revoluciones las llevan a cabo personas que ya no tienen nada que perder. Hay que estar realmente desesperado para salir a la calle con la posibilidad de enfrentarse al fuego real de la policía o el ejército. No vivimos esa situación y los muchachos del 15M, mucho menos. Seguramente la mayoría se contentarían con pequeños cambios en la ley electoral o en la de hipotecas. Esos muchachos bienintecionados, ni en la peor de sus pesadillas estarían dispuestos a jugarse la vida en la calle. Ni siquiera llevarían a cabo ninguna iniciativa que pusiera en peligro su bien más preciado: su iPhone.

Demasiada atención les hemos prestado ya. Simplemente se creyeron que enviando tweets cambiarían el mundo. Son jóvenes, debemos ser indulgentes, al fin y al cabo, todos lo fuimos.

Álvaro Fernández dijo...

A modo de ejemplo, mira lo que me ha llegado (está en lengua vernácula, pero se entiende):

http://www.udl.cat/export/sites/UdL/serveis/ODEC/cartells/Triptic_Campus_Pau_2013.pdf

Campus per la Pau

Eduardo López Prieto. IES Javier de Uriarte (Fuentebravía) dijo...

Hola, Álvaro: Efectivamente coincido contigo en el hecho de que la situación social no es deasesperada, pero creo que no solo eso provoca el enfrentamiento con los cuerpos de seguridad. En mi experiencia, el fuego real se produce en la actualidad (no hablo de los años 30 o del 17, sino desde la existencia del material antidisturbios) debido a que en una manifestación determinada, la Policía gasta toda su munición antidisturbios o se ve en una situación numérica tan desesperada que no tiene más remedio que emplear las armas de fuego, al estar rodeada de por muchos manifestantes que pretenden agredirlos y quizá matarlos. Eso fue lo que motivó muchos muertos en la transición (en mi novela relato algunos casos) y eso fue lo que motivó los disparos en Reinosa o Madrid en los años ochenta. Un policía pasaba en moto y fue derribado por un cable tendido a la altura de su cuello en la calle de Alcalá. El policía cayó al asfalto y sobre él se abalanzaron una decena de personas para golpearlo. Él entonces, sacó su pistola y disparó. Luego, en mi opinión, una de las claves está en que los policías vean peligrar su existencia. Y eso se produce porque sectores amplios de la población tienen la idea de que al violencia es un arma legítima. Si la situación social es desesperada, habrá más gente que piense así, pero no es condición necesaria. En 1976 la situación social no era desesperada y la gente iba a las manifestaciones a enfrentarse con la Policía si había lugar. Otro tanto ocurría en los ochenta. Y ahora no pasa eso. Es así. NO hay grupos masvios de gente (como había en los ochenta) que iba a las manifestaciones a pelear. Y en mi opinión, y es lo que trato de explicar en esta entrada, una gran parte se debe a la educación política que el PSOE ha derramado sobre su base de votantes en los últimos veinte años.

Sobre la juventud de sus integrantes, creo que es otro aspecto a considerar. Los integrantes y los que toman la voz cantante parecen superar la treintena. Y en ese caso, lo que hay que preguntarse es ¿por qué una persona con más de treinta años está en la Puerta del Sol en vez de situada en la vida u opositando, por ejemplo. Y eso también es digno de estudio. Es un movimiento TARDÍO, no de adolescentes como el de los ochenta o la violencia callejera en Vasconia.

Otra cumestión es la del espacio dedicadyo a ellos. Y en mi opinión es muyesra interesante hacerlo por una razón y es que creo qeu este movimiento (como lo fueron los de los ochenta de su generación) nos da una idea de cuáles son los rasgos de una generación. Y esos rasgos, en mi opinión modelados por la LOGSE y el resto del entorno social, van a ser ESTABLES y nos acompañarán hasta que nos muramos.

Cada generación tiene sus rasgos. La nuestra (nacidos en el tardofranquismo) debería ser llamada la generación silenciosa o invisible porque no hemos sido capaces de generar una ideología propia de oposición al mayo del 68 sino que la generación anterior (la de los cincuenta) con una gran potencia ihtelectual se nos ha comido. Eso no quiere decir que todos seamos así (yo y muchos somos una excepción, por suspuesto) pero basta ver las listas de diputados o intelectuales para comprobar que nuestra generación no existe. Esa es la triste realidad, siendo la generación más numerosa de la historia de España. Y una de las explicaciones está en que en el movimiento de los ochenta fuimos manejados por los "mayores" (los de los cincuenta).

Un cordial saludo y muchas gracias por tu participación.
Como siempre.
s