Por fin ha acabado el curso. Todos hemos tenido muchas
presiones estos días. Exámenes, juntas de
evaluación, informes de evaluación, informes de departamento, informes
de tutorías, etc. Papeles y más papeles que rellenamos año tras año y que
acabarán sin ser leídos en un horno crematorio secreto que me han dicho que hay
en las distintas delegaciones de educación.
Esa es la razón de que haya bajado (y mucho) el pistón del
blog estos días.
El otro día, un buen amigo y lector del blog, delante de
un plato de ventresca de atún rojo en plena playa (son los privilegios de vivir
en Cádiz), me dijo que por qué insistía tanto en el análisis de la generación
estafada. Entonces le hice partícipe de algunas ideas que tengo sobre la naturaleza
de las distintas generaciones que hoy conviven en nuestra nación: la anterior
al año 45, la de los años 45-55, la de los años 55-63, la de los años 64-70 y
la de los años 71-79. En mi opinión son estos los límites generacionales que
existen en España. Y pienso que cada una de estas generaciones tiene unos
rasgos marcados y condicionados indiscutiblemente por el sistema educativo que
vivió. La única razón por la que me he centrado en esta generación y en este
blog es que esta es la primera moldeada por la LOGSE.
De hecho, escribir sobre la influencia de la LOGSE en el
cuerpo social me ha hecho plantearme la posibilidad de analizar en mayor
profundidad el sustrato ideológico y material que la ha permitido y reflexionar
también sobre las relaciones que en la Restauración borbónica desde 1975 se han
establecido entre la ideología dominante y la ideología mayoritaria. No se
trataría tan solo de analizar en este caso a los nacidos con posterioridad a
1980 sino a todas las generaciones que
conviven en nuestra nación actualmente, desde la generación hegemónica que
sigue siendo la de los años 1945-55 hasta la actualidad. Lo que ocurre es que
quizá ese material excede ya el ámbito de este blog y quizá será necesario
ubicarlo en otra parte (en otro blog o en otra publicación diferente). Si ello
ocurre, avisaré a los lectores de este blog, por supuesto.
Y hechas estas aclaraciones, pasaremos, a analizar otro de
los rasgos más sobresalientes del movimiento 15-M y es la enorme influencia de
las TIC's. Tal y como ocurre en el sistema educativo, donde los aspectos de la
informática y las redes sociales se han convertido en una de las aspiraciones
del sistema, ejemplificada en el hecho de que esta sea una de las ocho
competencias básicas, el movimiento del 15-M ha tenido una estrecha relación
con las nuevas tecnologías.
Las convocatorias de acciones y actividades, los foros de
discusión o incluso el empleo de Facebook para mostrar la propia participación
en las acampadas ha sido una de las señas distintivas del movimiento, quizá el
primero con evidente relación con las redes sociales. De hecho, se ha producido
una sacralización de este aspecto por los propios integrantes del movimiento.
Hay entre ellos un placer y un orgullo en el hecho de que Internet haya
desempeñado un papel en todo esto, porque se trata de una generación que ha
crecido naturalmente usando las redes sociales. Pero la Red no deja de ser un
medio (y no un fin) y el hecho de que se convoque un acto por la Red, se
participe en foros de opinión o se cuelguen en Facebook fotos de la asistencia
a una acampada, no se va a conseguir nada. Lo que da frutos es el temor de los
gobernantes a que si no modifican sus normas ellos sufrirán de alguna forma las
consecuencias. No se pueden mitificar en este sentido la influencia de
Internet. Y creo que en este sentido ha habido y hay demasiada gente en estos actos preocupada excesivamente (no diremos únicamente) de llevarse su móvil o su camara de fotos para poder colgar en su perfil de Facebook fotos que atestiguasen su pedigree revolucionario. El objetivo no era conseguir nada, sino exhibir su propia persona y su propia indignación.
No podemos subestimar la influencia de los medios en los acontecimientos
históricos. Sería absurdo plantearse que la conquista de América se hubiera
llevado a la práctica sin armas de fuego. La hegemonía estadounidense se
cimentó entre otras cosas en la bomba atómica. Pero tampoco se puede
sobreestimar. La palabra escrita fue un medio revolucionario de transmisión de
ideas. Sin embargo, en Guerra y paz, León Tolstoi narra cómo
el estado mayor daba las órdenes en las batallas napoleónicas a través de cartas
que llevaban jinetes a los generales en los distintos puntos del campo de
batalla. Pero estas cartas, en el fragor del combate, rara vez llegaban a su
destino y a su tiempo, con lo que no acababan sirviendo de nada. Entorpecían
más que ayudaban. Internet es también otro medio, que puede ser muy útil, pero
que usado de forma equivocada también puede convertirse en un lastre.
La influencia de Internet es visible en diferentes cuestiones.
Por un lado, en la forma de debatir. En las asambleas del 15-M el micrófono se
pasa de mano en mano y cada uno hace su aportación del mismo modo que se
acumulan los comentarios en las noticias de los periódicos. Una opinión tras otra
que suscita un me gusta o un no me gusta… Aplausos con las manos extendidas al
cielo… Y punto. La ausencia de organización y la mimetizacón de la Red a la
vida tangible ha conducido en la práctica a un modelo de debate poco productivo,
donde cada uno se preocupa de exponer una idea para que sea aplaudida unos
instantes. Ausencia de profundidad es la consecuencia de todo esto. Cada uno da
una opinión que le sirve como válvula de escape.
Pero esta influencia de la Red no es algo formal sino
también de contenido. Y es que en este sentido,
en mi humilde opinión, en esta crisis (y no me refiero solo al 11-M) la
Red está sirviendo más como válvula de escape que como émbolo de las tensiones
sociales. Es decir, Internet está sirviendo para que la población libere sus
tensiones personales y no para que las concentre contra un objetivo determinado
¿Por qué digo esto? Pues porque la
propia naturaleza de la Web (su libertad de navegación) hace que la Red se
convierta en un oasis en la crisis, en el que, mientras uno está navegando,
disfruta y es libre, pues solo acude a las páginas que le gustan y moldea el
mundo caprichosamente a su antojo. Es un parque de atracciones mediático en el que
los usuarios se olvidan de problemas y frustraciones mientras que juegan o
navegan, con lo que la Red sirve más como mecanismo de contención del sistema
que un foco de rebelión.
Quedan más cosas por tratar sobre este movimiento, pero ya
llegan las vacaciones y hay que concentrarse en otras cosas…
¡Un abrazo y hasta septiembre!
2 comentarios:
En esto estoy de acuerdo a medias. Efectivamente, internet es un medio y no un fin, en eso se equivoca mucha gente. Es verdad que facilita mucho la comunicación y que el "movimiento" 15M o los traficantes de drogas pueden sacarle mucho provecho (también pueden ser rastreados con facilidad por la policía, por cierto).
Destacar la influencia de internet en el 15M, como hacen los medios de comunicación, es hablar de una obviedad, es lo mismo que destacar la influencia del metro en las manifestaciones del postfranquismo y primera transición, puesto que permitía a los vecinos de los barrios trasladarse con facilidad al centro de Madrid. La aparición del tren en el siglo XIX, por cierto, igual que la del libro anteriormente también supuso una mayor facilidad para la difusión de las ideas revolucionarias. Sin tren, la Revolución Rusa habría sido otra (o no habría sido).
Alguna vez lo he dicho por aquí, estos muchachitos se pensaban que enviado tweets iban a cambiar el mundo, "como en Egipto". Pero allí salieron a la calle a jugarse la vida (está por explicar la represión de los últimos días de Mubarak). Aquí, con un policía que saque la porra se acaba la fiesta.
Maravillados por el nuevo dios, Steve Jobs, se nos olvida que internet, en el fondo, no deja de ser un medio de comunicación.
Álvaro, he releído tu comentario y estoy de acuerdo con él al 100%. Por otro lado, no sé dónde está la diferencia de matiz que planteas sobre lo dicho por mí en la entrada. Ojalá todos los desacuerdos del mundo fueran como este...
Saludos cordiales.
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