--> Por fin se ha comenzado a aplicar la LOMCE. Y ello con evidentes dificultades. Algunas consejerías autonómicas están boicoteando la aplicación de la ley aduciendo problemas técnicos o que el Pisuerga pasa por Valladolid. Ni el PSOE, ni los separatistas quieren dar oxígeno al Gobierno en materia educativa. Es normal: la hegemonía ideológica sobre la sociedad española obtenida en los últimos cuarenta años se ha sustentado fundamentalmente en el poder sobre el sistema educativo (incluyendo a los profesores).
A pesar de esto, oímos en las últimas
semanas a los representantes del Gobierno del PP vanagloriarse de que
esta ley mejorará y mucho el sistema educativo. Humildemente,
creemos que estos señores viven de espaldas a la realidad y que su
ley, timorata y débil, no logrará sus objetivos fundamentales salvo
en aspectos menores. Trataremos ahora sucintamente de explicar por
qué creemos esto:
La calidad de un sistema educativo se
mide básicamente por el rigor y el prestigio que alcanzan sus
titulaciones. Todos sabemos que la LOGSE ha generado la generación
de ignorantes titulados más numerosa de la historia de España. Hoy
desgraciadamente el sistema no es capaz de garantizar que la mayoría
de sus titulados sepan de lo que hablan ni estén capacitados dignamente para
una profesión. Ese es el mérito del PSOE y de su ESO. Muchos
profesores de instituto no se acuerdan ya de cómo era el antiguo BUP (de largo, el
mejor sistema educativo de la historia de España). Muchos otros
profesores (los más jóvenes) ni siquiera lo vivieron como estudiantes y ya fueron
deformados por el embudo logsiano p,or lo que son incapaces,
literalmente, de saber lo que es el rigor en un instituto. Trabajtos de copia y pega,
tonterías y mil perirpecias para garantizar los aprobados. Cualquiera que asista a una junta de evaluación sabe que esto es cierto.
Solo habría una manera de acabar con
todo este desaguisado y es la existencia de pruebas nacionales
externas que garantizasen el rigor de las titulaciones. Y eso lo contempla la nueva ley. Las famosas reválidas.
Pero al tratarse de exámenes que no son objetivos y que serán
corregidos por profesores de secundaria manipulados por las
universidades (tal y como ocurre ahora con el examen de
selectividad), los resultados serán los mismos que hasta ahora: es
decir, aprobará el 95% de los que se presenten. Es imposible
garantizar la calidad en un sistema que aprueba al 95% de los que se
presentan después de haber sufrido años y años de
ignorancia encubierta tras el pomposo nombre de educación
“comprehensiva”. Así que, amigos, las cosas seguirán estando
como están. Y eso si el Gobierno gana las elecciones. Si las pierde,
se derogará la ley...
Así que, abandonad toda esperanza...
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