Los resultados
de la prueba de conocimientos mínimos de Madrid (analizados en esta entrada) ponen de manifiesto que las oposiciones deben mejorarse. Así
pues, abordamos
hoy en el blog la tercera entrega sobre las oposiciones. Y en este
caso, tratamos sobre el contenido que deben tener las pruebas. Ya
dejamos sentado en otra entrada que las oposiciones debían medir
básicamente tres cosas: el dominio de los contenidos a explicar a
los alumnos, el dominio de las habilidades prácticas a transmitir a
los alumnos y la capacidad del profesor de transmitir esos conocimientos, Como
estos tres elementos son de naturaleza
muy
diferente, será preciso realizar tres pruebas distintas que permitan
a los opositores mostrar sus capacidades.
En
nuestra opinión, en la prueba de conocimientos debe buscarse la
máxima objetividad evitando que el azar o la aleatoriedad
condicionen el futuro del opositor y por ello de todo el sistema.
Creemos que debería llegarse a un temario oficial. Esto querría
decir que cada uno de los temas debería ser desglosado
minuciosamente en muchos subapartados o epígrafes incluyendo en este
modelo oficial las teorías científicas sobre cada aspectos que se
deben dominar. Por ejemplo, aplicado a la asignatura de Lengua, y en
lo referente a la teoría de los géneros debería constar claramente
a qué autores hay que referirse (Platón, Hegel Bajtín, etc) y al
tratar sobre la oración habría que plantearse qué enfoques deben
dominarse (Chomsky, Real Academia, etc). De esta forma, el opositor
tendría bien claro que estudiar y el tribunal tendría bien claro
qué debería corregir. Hoy, lamentablemente, muchos tribunales no
saben el tema que tienen que evaluar y echan mano de temarios de
academia. De esta forma, además, se acabaría con el negocio de las
academias tal y como hoy se conciben, pues tendrían que fundamentar
su preparación en otros aspectos. Por tanto, abogamos porque el
temario se desglose en muchas preguntas concretas para evitar la
subjetividad del tribunal. Si hoy cada temario tiene 72 temas,
nuestro modelo dividiría cada uno de esos temas en unos siete, ocho
y hasta diez epígrafes concretos por lo que abogamos por una batería
de epígrafes posibles de entre 700 y 1000. Eso no quiere decir que
habría que estudiar más sino que el mismo contenido en folios se
dividiría en 700 epígrafes en vez de entre 72. Hay que decir que el
borrador que presentó el último Gobierno PSOE no se alejaba mucho
de este modelo pues planteaba que cada tema se dividiese en 5
epígrafes y de las 375 preguntas resultantes se preguntaran 7 al
azar a los opositores.
Pero
una vez constituido este temario concreto y objetivo, creemos que la
prueba debería huir de la aleatoriedad y el azar. Bastante problema
de enchufismo tenemos en España como para que los tribunales puedan
emplear malas artes. Hay que reducir por tanto la subjetividad en la
corrección y un tema amplio permite enormemente la subjetividad.
Además hay que evitar el azar. Deben tener la plaza los que dominen
un temario entero, no los que tengan más suerte. Hoy se contesta una
sola bola, lo que en la práctica quiere decir que un opositor
sabiéndose perfectamente un tema puede obtener la plaza si tiene la
suerte de que le caiga esa bola. Nosotros abogamos por un sistema de
un examen parecido al MIR en el que se preguntasen en cuatro horas
el máximo de preguntas posibles de tipo test basadas en esos
epígrafes concretos de forma que se le preguntase al opositor sobre
todos los temas de la oposición. Si hay 72 temas, pues se podrían
incluir 360 o incluso 720 preguntas.
Otra
opción (aquí hay que tener en cuenta que no todas las
especialidades tienen que tener un sistema idéntico) sería que de
esas 720 preguntas del temario se sacasen 24 preguntas que saliesen
de un bombo evitando así el problema de las filtraciones y que cada
una fuera contestada en diez minutos. Si en vez de preguntas de diez
minutos fueran preguntas de 5 minutos todavía estaría mejor pues se
podrían preguntar 48 cuestiones, evitando así el azar (que seguiría
existiendo).
La
corrección sería absolutamente objetiva y los tribunales podrían
publicar las soluciones de la prueba y explicar con sencillez a cada
opositor por qué ha suspendido. Dejaría de pasar lo que tantas
veces ha ocurrido y es que el opositor no sabe absolutamente nada del
proceso que le ha dejado sin plaza y con una cara de idiota
impresionante.
Honestamente,
este sistema puede tener sus fallos y obviamente puede ser mejorado,
per no me cabe la menor duda de que es mucho mejor que el actual. Eso
seguro.
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