Y atención, porque estos métodos son propios de los estados totalitarios. La irrupción inquisitorial en los centros, la elaboración de listas de profesores díscolos y los expedientes a quienes critiquen estas arbitrarias medidas no son propias de un país democrático. Son restos de la Inquisición, el NKVD soviético o la Gestapo. ¿Qué viene detrás del expediente, señores? ¿Un viaje a Siberia? ¿Cómo llamarán a estas medidas disciplinarias? ¿Reeducación? Orwell podría escribir aquí un capítulo de 1984.
Puestas así las cosas, nuestra solidaridad con los represaliados por ejercer su labor y ser capaces de enfrentarse a la inspección. Y nuestro mayor desprecio hacia los equipos directivos que están facilitan¡do estas listas. No se puede caer más bajo por tan poco dinero.
Efectivamente, esto no hace más que confirmar lo que ya habíamos señalado en una entrada anterior y por tanto, nuestra opinión no puede ser más que redundante. Atacaremos hoy el mismo tema desde un punto de vista distinto, por tanto.
Estamos saliendo de una era, la inaugurada por el crédito fácil que en España se confunde con el zapaterismo, en la que todo se ha caracterizado por la mentira y la hipérbole. Miremos hacia donde miremos, desde la Pantoja hasta Urdangarín hasta el boom inmobiliario o la sobre-titulación lo característico de esta España ha sido la construcción de un mundo exterior ficticio para engañar no se sabe a quién. También en la URSS y en la Alemania nazi se falsificaba la realidad de forma masiva.
En España esta carrera hacia la mentira en el sistema educativo, esta política de la inspección de generar estadísticas falsas que se inició por el PSOE en los años 90 con la implantación de la LOGSE (y que no solo es gaditana, ojo) ha conducido al mayor engaño de la historia de España. Y ya que se ha roto el boom, ya que estamos viendo claramente la naturaleza de la partitocracia española, es necesario que ese proceso de catarsis abarque también a la educación.
Y para ello, lo que deberían hacer los políticos es mejorar el sistema seleccionando cuidadosamente a los profesores, separando a los alumnos por intereses y capacidades a los 12 o 14 años, simplificando y acortando los planes de estudio y acabando con la optatividad. Estas medidas mejorarían nuestras estadísticas en el informe PISA y dignificarían los títulos. Pero no. Insisten en estas presiones estúpidas y en sandeces como las malditas Pruebas de diagnóstico de las que hablaremos en estas semanas, que solo sirven para generar nuevas estadísticas falsas y llenar los bolsillos a las personas que las idean y gestionan.
Solo la sinvergonzonería de nuestros políticos ha podido idear una Torre de Babel como esta. Solo la falta de escrúpulos de muchas personas ha podido levantar la torre. Ya es hora de que esta torre, por el bien del sistema educativo, que es el de España, se derrumbe estrepitosamente.
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